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La educación inicial como apuesta de vida: 50 años del Jardín Infantil

02 de diciembre de 2025

En el marco de la conmemoración de sus 50 años, En Plural (EP) conversó con Margarita Amaya (MA), directora del Jardín Infantil, quien ha dedicado gran parte de su vida profesional a este proyecto. En esta entrevista, Margarita hace un recorrido por la historia del jardín, comparte los principios pedagógicos que lo caracterizan y reflexiona sobre los retos, aprendizajes y sueños que siguen marcando el camino de este espacio emblemático de la Universidad Nacional.

Desde hace cinco décadas, el Jardín Infantil de la Universidad Nacional de Colombia ha sido un espacio fundamental para el cuidado, la educación y el acompañamiento de la primera infancia de la comunidad universitaria. Generaciones de niños y niñas han pasado por este lugar que, más que un jardín, es un escenario de aprendizaje, afecto y construcción colectiva, donde se reconoce a la infancia como protagonista y a la educación inicial como una apuesta ética y transformadora.

Margarita Amaya (MA) es la Directora del Jardín Infantil de la Universidad Nacional de Colombiadesde hace más de una década  y es Licenciada en Educación Preescolar y especialista en Gerencia Social de la Educación. Desde En Plural (EP) conversamos con ella, sobre su trayectoria acompañando este proyecto que este año cumple 50 años, a la infancia y a las familias de la comunidad universitaria.


EP: Margarita, para comenzar, cuéntanos quién eres y cuál ha sido tu camino dentro del Jardín Infantil de la Universidad Nacional.

MA: Yo soy licenciada en Educación Preescolar y especialista en Gerencia Social de la Educación de la Universidad Pedagógica. Llevo 32 años vinculada a la Universidad Nacional y 15 de ellos he estado a cargo de la Dirección del Jardín Infantil. Ha sido un camino largo, muy enriquecedor, y profundamente significativo a nivel personal y profesional.


EP: Este año el Jardín Infantil cumple 50 años. ¿Qué significa esta conmemoración para ti y para la comunidad universitaria?

MA: Cumplir 50 años es hablar de una trayectoria muy sólida y de un aporte enorme a la Universidad y a la sociedad. No es solo la historia de un jardín infantil, sino la historia de miles de niños y niñas, de familias, de maestras, de estudiantes en práctica y de profesionales que han pasado por aquí. El jardín ha sido un espacio de cuidado, de aprendizaje, de felicidad y de construcción de sentido sobre la educación inicial. Celebrar estos 50 años es reconocer que la primera infancia importa y que lo que hacemos aquí tiene un impacto profundo y a largo plazo.


EP: ¿Cómo funciona el Jardín Infantil y qué lo hace diferente frente a otros espacios de educación inicial?

MA: El Jardín Infantil es una dependencia de la Universidad Nacional, adscrita a la Dirección de Bienestar Universitario de la sede Bogotá. Tenemos un contrato de aportes con el ICBF, lo que implica cumplir con unos lineamientos nacionales, pero operamos con una amplia autonomía. Nuestro proyecto pedagógico, la selección del talento humano y la manera como entendemos la educación están profundamente marcados por el pensamiento universitario y por una visión crítica y respetuosa de la infancia.

Aquí trabajamos desde un enfoque constructivista: los niños son el centro y son sujetos activos en la construcción de su conocimiento. No creemos en una educación basada en la repetición o en la presión por “aprender rápido”, sino en el juego, la exploración, el arte, la literatura y la experiencia como caminos fundamentales de aprendizaje.


EP: ¿A qué edades reciben a los niños y quiénes pueden acceder al Jardín Infantil?

MA: Recibimos niños y niñas desde los tres meses de edad hasta los cuatro años y once meses, según los criterios actuales de escolarización. Atendemos exclusivamente a hijos e hijas de estudiantes de pregrado y posgrado, docentes y administrativos de planta de la Universidad Nacional. El proceso de ingreso se hace a través de convocatorias públicas, con un comité interdisciplinario que evalúa las solicitudes, realiza entrevistas y adjudica los cupos de manera transparente y proporcional a la demanda.


EP: A lo largo de estos años, ¿qué cambios o retos destacarías como los más importantes?

MA: Sin duda, uno de los grandes retos recientes ha sido el tema de la inclusión. Después de la pandemia hemos recibido un mayor número de niños con distintas condiciones que requieren acompañamientos específicos. Esto ha sido un desafío institucional, pedagógico y humano, pero también una fuente enorme de aprendizaje.

Hemos aprendido mucho de los niños y de sus familias. Ellos son nuestros grandes maestros. Entender sus necesidades, ajustar los espacios, flexibilizar prácticas y trabajar de manera articulada ha sido fundamental. Hoy el jardín es un lugar donde las diferencias se reconocen, se respetan y se viven de forma natural. Para los niños, la diversidad no es un problema: es simplemente parte de la vida.


EP: El Jardín mantiene un vínculo muy fuerte con la academia. ¿Cómo se expresa esa relación?

MA: Tenemos una relación muy estrecha con la academia a través de prácticas de distintas disciplinas: pedagogía, psicología, fonoaudiología, fisioterapia, artes, enfermería, entre otras. Estas prácticas no llegan de manera improvisada; todo está planeado y articulado con el proyecto pedagógico del aula.

Además, los profesionales no vienen a “diagnosticar” a los niños, sino a aportar desde su saber al desarrollo integral, siempre en diálogo con las maestras. Esto hace que el jardín sea, literalmente, un espacio donde la universidad se vive desde la primera infancia.


EP: Pensando en el futuro, ¿cuáles son los sueños o metas del Jardín Infantil?

MA: Uno de los grandes sueños es poder escribir y sistematizar la historia del jardín. Contar su trayectoria, su apuesta pedagógica y su vínculo con la universidad en un libro o una publicación que deje memoria de todo este trabajo. También seguir fortaleciendo las alianzas, tanto internas como externas, y consolidar al jardín como un referente de educación inicial, inclusión y articulación con la academia.


EP: Después de tantos años, ¿qué es lo que más te gusta de tu labor como directora?

MA: Lo que más me gusta, sin duda, son los niños y las familias. Ese vínculo, la confianza, el agradecimiento y el cariño que se construye aquí es invaluable. Me emociona profundamente cuando jóvenes que pasaron por el jardín regresan a saludar, cuando recuerdan este espacio como un lugar feliz. Creo que esa es una de las grandes metas de la educación: que los niños sean felices y se sientan cuidados.


EP: Finalmente, ¿qué mensaje te gustaría compartir en estos 50 años del Jardín Infantil?

MA: Que la educación inicial es fundamental y tiene un valor enorme para la sociedad, aunque muchas veces no se le reconozca como debería. Lo que se hace en la primera infancia deja huellas profundas. El Jardín Infantil de la Universidad Nacional ha sido, durante 50 años, un espacio donde se cree en los niños, en las maestras y en la educación como una tarea ética, sensible y transformadora. Y eso es algo que vale la pena celebrar.

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