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Donde el saber germina: el aula viva de la UNAL

02 de junio de 2025

En medio del campus de la Universidad Nacional de Colombia, junto a los invernaderos de Agronomía, florece un espacio que pocos conocen, pero que representa una semilla de transformación: el Aula Viva de Saberes Ancestrales. Más que un lugar físico, es un escenario de encuentro, memoria, resistencia y aprendizaje colectivo. Un aula sin paredes donde la palabra circula, el territorio se honra y el saber germina.

Este espacio nació del proceso Saber y Vida, una iniciativa que desde 2010 ha trabajado con estudiantes indígenas y campesinos, abuelos, sabedores y sabedoras, en torno al reconocimiento de los saberes ancestrales y las memorias del territorio. Fue en 2018 cuando este esfuerzo colectivo, impulsado desde la Red Intercultural de Saberes Ancestrales y Tradicionales del IEPRI, se materializó en el Aula Viva, construida con cariño y lucha por generaciones de estudiantes.

“El aula es un espacio espiritual, de diálogo y cuidado, donde cada uno se siente reconocido”, explica la profesora Gloria Inés Muñoz, quien ha acompañado el proceso desde sus inicios. Hoy, el Aula Viva cuenta con distintos escenarios: la chagra, el fogón, la cocina comunitaria, la placita y próximamente, el bosque de Sacha. Allí se comparten alimentos, saberes, tejidos, plantas, historias y sueños.

Para Koraima, estudiante arhuaca, el Aula Viva representa mucho más que un lugar: “Aquí no solo soy yo como persona, vengo en representación de un colectivo, de una comunidad. Es un espacio donde nuestras identidades se fortalecen y donde podemos aportar desde lo que somos”.

Desde su visión, la red y el aula han permitido tejer comunidad en medio de la diversidad. “Somos estudiantes indígenas, campesinos, afrodescendientes, mestizos... que encontramos un lugar para compartir lo que sabemos, lo que hemos aprendido de nuestras abuelas y nuestros territorios. A veces llegamos por horas de corresponsabilidad, pero nos quedamos por convicción y corazón”, añade.

Camilo, otro de los jóvenes vinculados, resalta los retos que han enfrentado: “Después de la pandemia, muchas cosas se fragmentaron. Hay más necesidades, menos tiempo, menos estudiantes. Pero seguimos soñando y trabajando. Creamos la placita para apoyar la economía de quienes vienen de lejos, organizamos almuerzos solidarios, talleres, círculos de palabra. Queremos que nadie se sienta solo”.

En el Aula Viva se entrelazan caminos. Se busca articular saberes ancestrales con los conocimientos académicos, y formar estudiantes que sean también líderes comunitarios. Como lo expresa la profe Gloria, “quienes pasan por este espacio se van con una doble titulación: la que otorga la universidad, y la que les da la vida a través del saber compartido”.

El Aula Viva está abierta para toda la comunidad universitaria. Es una casa madre, como le llaman: un lugar de bienvenida para quien quiera escuchar, sembrar, aprender, sanar y compartir. Porque allí, donde muchos apenas ven una parcela con plantas o una cocina de leña, está brotando un proyecto pedagógico y humano profundo, que invita a repensar la universidad desde el cuidado, la interculturalidad y la memoria.

 

Redactó: Carolina Crosby Jiménez
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