La construcción de un altar de muertos es una iniciativa que se ha convertido en una tradición en la UNAL. Esta costumbre, producto de la alianza entre la Vicerrectoría de Sede, la Oficina de Relaciones Internacionales - ORI, la División de Bibliotecas y el Área de Cultura de la Dirección de Bienestar Universitario, se organiza año a año con la intención de propiciar distintos espacios de conversación y reconocimiento de otras culturas.

La profesora Carolina Jiménez, Vicerrectora de la Sede Bogotá, quien realizó sus estudios de doctorado en México, dio la bienvenida al evento y resaltó la importancia de la tradición mexicana.“El altar de muertos tiene muchos significados en las trayectorias individuales y colectivas. El poder remembrar con alegría a nuestros muertos es poder situarlos en el momento presente de otras maneras. Es decir, poder darle un significado distinto a un tipo de ausencia y darle la bienvenida a un tipo distinto de presencia”, afirmó la Vicerrectora.

Los panelistas, entre los que se encontraban académicos colombianos y mexicanos, así como estudiantes visitantes, compartieron sus experiencias y conocimientos sobre el Día de Muertos. La profesora Celsa García, ingeniera agrónoma adscrita a la Facultad de Ciencias Agrarias de la Sede Bogotá, compartió que proviene de una zona de México en donde las flores, por ejemplo, son escasas. “En mi familia, nosotros comenzábamos desde marzo a construir todas las flores que íbamos a disponer para todas las tumbas de todos nuestros muertos. Acostumbramos ir al panteón a visitar, a limpiar y a organizar todas las tumbas; incluso de aquellos que no conocemos pero que ya no tienen quien los atienda. Es un día de familia, de recordar anécdotas y de contarles a los niños quiénes fueron sus abuelos, sus tíos, sus primos…”, afirmó.

La profesora Areli Flores, química y maestra en Ciencias Químicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, compartió cómo la ofrenda de este año estaba dedicada a su abuelo: “Mi mamá es de la zona de Oaxaca, en donde la tradición está muy arraigada. Justo este año falleció mi abuelo, entonces la ofrenda de este año de toda mi familia está dedicada a él. Acostumbramos poner en el altar cañas de azúcar con un pan color rosado encima, es muy característico. Además, incluimos sal, agua, incienso, veladoras, fotografías, flores de cempasúchil, comida y bebida. La idea es darles gusto a los familiares que nos visitan ese día”. 

Antonio Román Mejía, migrante colombo-mexicano, politólogo y migrantólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, destacó la capacidad de esta celebración para unir a las comunidades: “Es la celebración de nuestro pasado y por eso estos colores tan alegres están tan arraigados en nuestra cultura. Las comunidades enteras se organizan y yo creo que esos momentos son muy preciados porque a uno le recuerdan que la vida no solamente es ahora sino que después de la vida también hay algo hermoso”, comentó.

La actividad culminó con una invitación por parte del Área de Cultura para crear ofrendas de plastilina, simulando alimentos u objetos, y disponerlas en el altar. Los participantes coincidieron en que el Día de Muertos es una oportunidad para fortalecer los lazos familiares y comunitarios, y para reafirmar la diversidad cultural de América Latina.

Este tipo de iniciativas demuestran el compromiso de la UNAL por promover la interculturalidad y el bienestar de su comunidad. Al fomentar el conocimiento de otras culturas, la institución invita a sus estudiantes a realizar intercambios académicos que resulten en un enriquecimiento personal y profesional.

Juliana Pacheco jpacheco@unal.edu.co NR jromeropo@unal.edu.co