Bajo el nombre Cuidando corazones y mentes: prevención del suicidio y autocuidado, este evento se convirtió en un lugar seguro para el abordaje y debilitación de mitos y creencias en torno a esta problemática de salud pública. Se compartieron valiosas herramientas para el reconocimiento del riesgo, y se estableció un espacio de diálogo con la experta Daniela Serrano, terapeuta ocupacional y directora de la Fundación AmarC.

El evento dio inicio con un ejercicio de sensibilización en el que los asistentes fueron invitados a redactar una frase que consideraran reconfortante para alguien en ese momento. Bajo la premisa de reconocer un ambiente afectuoso e invitar a la reflexión en torno a la temática.

Uno de los aspectos clave fue el debilitamiento de algunos mitos sobre el suicidio, cuyo abordaje resultó en un espacio participativo y esclarecedor. Se resaltó que las personas que experimentan ideas suicidas no siempre tienen una determinación frente a la idea de morir; en muchos casos, sienten ambivalencia al respecto. También se abordó el equívoco de que alguien que haya emprendido una acción suicida una vez está a salvo en el futuro, cuando en realidad, el riesgo persiste.

Además, se aclaró que el suicidio no es exclusivo ni se encuentra directamente asociado a personas con trastornos mentales, este pensamiento constituye un estereotipo. Por último, se desmintió la idea de que hablar sobre el suicidio pueda desencadenarlo, enfatizando en cambio que abrir la comunicación es esencial para buscar ayuda y desplegar acciones de prevención.

Sobre este último mito, la necesidad de hablar abiertamente sobre el suicidio se destacó debido a los estigmas y tabúes que lo rodean. Además, se resaltó la importancia de abordar la salud mental en un contexto marcado por los efectos de la pandemia, que trajo consigo pérdidas y cambios significativos en la vida de las personas. Esto cobra aún más relevancia a la luz del último informe de Medicina Legal, que reveló que la mayoría de los casos de suicidio se concentran en el grupo de edad de 18 a 44 años, una población que incluye a la comunidad universitaria, sumado a que la ciudad con más casos es Bogotá, seguida por Medellín y Cali.

Por otra parte, el espacio propició la socialización de señales de alarma y brindó recomendaciones para abordar la ideación suicida a nivel personal y en el reconocimiento de riesgo en el otro.

Ante la pregunta ¿Qué hacer si tengo ideas suicidas?, se proporcionaron recomendaciones esenciales:

No ocultar ni desestimar las ideas suicidas: reconocer la presencia de estos pensamientos es el primer paso hacia la ayuda.
Identificar un grado de confianza en alguien y verbalizar pensamientos y emociones: conversar puede ser liberador y el primer paso hacia la búsqueda de apoyo.
Pensar en aquello que ha sostenido antes: reflexionar sobre las razones que han aliviado momentos difíciles en el pasado puede ayudar a encontrar fuerza en momentos de desesperación.
Responder a la pregunta ¿por qué quiero quedarme?: reflexionar sobre la conexión con la vida y los propósitos personales puede ser una poderosa motivación.
Alejarse de alcohol y sustancias psicoactivas: estas sustancias pueden empeorar la situación emocional y dificultar la toma de decisiones saludables.
Cuidar la alimentación y el ejercicio: una buena nutrición y la actividad física pueden tener un impacto positivo. Se trata de estar bien integralmente.
Recordar que todo es pasajero: entender que los momentos difíciles son temporales y que se pueden superar es esencial para mantener la esperanza.

En cuanto a la pregunta ¿Cómo ayudar a alguien que está experimentando ideación suicida?, se destacaron los siguientes consejos:

1. Empatía como regla de oro: escuchar sin emitir juicios ni hacer bromas, mostrando comprensión y apoyo genuino.
2. Ofrecer compañía y apoyo hacia una línea de ayuda: acompañar a la persona en la búsqueda de ayuda profesional es fundamental.
3. No prometer confidencialidad: en casos de riesgo, es importante comunicar que la seguridad de la persona es la prioridad y que es necesario buscar ayuda.
4. Acompañar sin ejercer excesivo control: brindar apoyo sin ser invasivo.
 

Sobre este punto de prevención en función del otro, y haciendo énfasis en la denominada ‘regla de oro’, la psicóloga y estudiante de medicina UNAL, Angie Moreno, puntualizó: “Es fundamental introducir el tema de la empatía en el aula, ya que a menudo prevalece una dinámica competitiva en el entorno universitario. Este enfoque debería extenderse a toda la comunidad universitaria, involucrando a docentes y personal administrativo. Todos debemos cultivar la empatía, considerando las perspectivas de los demás y fomentando el trabajo en equipo. Al hacerlo, se crea un espacio propicio para un diálogo más abierto y una escucha efectiva”.

 Además, sobre la prevención de la problemática en el contexto universitario, la directora de la Fundación AmarC, Daniela Serrano, compartió: “En terapia ocupacional, hablamos del concepto equilibrio ocupacional, que reconoce distintas áreas de la vida, como estudio y trabajo, autocuidado, tiempo libre y participación social. Es importante reconocer que la forma en que nos han ido educando ha validado invertir todo el tiempo en la educación y en el trabajo; en cambio, se deben trazar metas en cada una de estas áreas en la rutina. Muchos estudiantes descuidan la alimentación y el sueño, y, por ejemplo, en la participación social, es crucial identificar redes de apoyo, especialmente para quienes son de otras ciudades o contextos diferentes. También se pueden buscar grupos a nivel institucional como apoyo adicional”.

A partir de esta última recomendación, la Dirección de Bienestar Universitario reitera su compromiso con la salud de la Comunidad UNAL e invita a participar en las actividades relacionadas con el autocuidado y el encuentro, cuya programación puede ser consultada a través de las redes sociales, en Instagram: @bienestar_unal_bog y en Facebook: BienestarUNALbogota.

Juliana Pacheco jpacheco@unal.edu.co NR biecom_bog@unal.edu.co jromeropo@unal.edu.co