(Bienestar Sede Bogotá, 14 de Octubre). Fabiola Quevedo de 42 años es bibliotecóloga, hace parte del equipo de funcionarios del Área de Bibliotecas de la UN desde hace 15 años y se siente muy feliz por pertenecer de una institución con tanto prestigio como la Universidad Nacional.

Siempre llevó una vida normal, entre amigos, estudio, trabajo y familia, a pesar de que desde hace 9 años le detectaron cáncer en los tejidos blandos de sus extremidades inferiores. Luego de numerosos exámenes se determinó que Fabiola estaba en óptimas condiciones a excepción de su pierna derecha, pues a la altura de la tibia el cáncer ya estaba bastante avanzado, por lo que se hacía indispensable practicarle una cirugía.

Con una asombrosa tranquilidad Fabiola cuenta que en marzo 23 del año 2011 en la Clínica Marly le amputaron parte de su pierna derecha “esto fue muy duro para mi, tener que dejar mi trabajo, quedarme en la casa todo el día y luego empezar con tratamientos sicológicos, terapias físicas y ocupacionales”, explica Fabiola con cierto desconcierto.

Tras la cirugía siguieron las sesiones de quimioterapia, para evitar la expansión del cáncer, en cada sesión Fabiola notaba como iba perdiendo su cabello y subía de peso, debido a la retención de líquidos y la falta de actividad física.

Aunque el panorama no resultaba muy alentador, tras la tormenta el sol hizo su aparición, y Fabiola continuó con sus terapias en la Fundación Cirec, asociada a la EPS de la UN, Unisalud, donde le hicieron la prótesis para su pierna y el lugar donde se encontró con personas en su misma situación.

Fabiola recuerda con mucho entusiasmo la llegada a Cirec, que para ella fue como volver a nacer, la apoyaron, le brindaron cariño e hicieron que se aceptara y se valorara tal y como ella es: “Me di cuenta que hay personas que durante casi toda su vida no han tenido una o sus dos piernas o sus brazos, me encontré con niñas y niños con amputaciones y sentí que yo no podía dejarme”, agrega.

Justo por esos días en los que Fabiola llegaba a Cirec, Tunney Cañón, egresado de la facultad de Medicina de la UN y entrenador de la selección masculina de voleibol sentado estaba buscando mujeres que hicieran parte del equipo femenino de voleibol sentado para participar en  el parapanamericano de esta modalidad que se llevaría a cabo del 27 de septiembre al 2 de octubre en Brasil, donde Colombia era invitado especial.

La iniciativa de crear el equipo surgió a finales del 2010 con la visita de una delegación brasilera de voleibol sentado a Colombia, quienes intercambiaron experiencias con el equipo masculino, conformado por miembros de las fuerzas armadas que han resultado heridos en combate o son víctimas de las minas antipersona, y le propusieron al profesor Tunney conformar la selección femenina.

Al profesor Tunney le hablaron de Fabiola y de inmediato la llamó para hacerle la propuesta “yo le dije de una que sí, esa era mi oportunidad para salir de la rutina, para hacer algo por mí y no me equivoqué porque la experiencia ha sido maravillosa, me subió mucho el ánimo, me hizo feliz”, señala la ahora deportista que no se imaginaba que aún le esperaban cosas muy buenas para su vida.

Fabiola asistió al primer entrenamiento en el que sus compañeras la recibieron con los brazos abiertos y así siguió asistiendo 3 días a la semana durante dos meses, hasta que se llegó el gran día, luego de hacer los trámites de tiquetes, papeles y pasaporte el equipo viajó a Río de Janeiro a participar del los Parapanamericanos en los     que también participaban los equipos de Canadá, Estados Unidos y Brasil, ocupando el cuarto puesto.

“El viaje fue maravilloso, nos trataron muy bien, éramos como los consentidos y aunque no ganamos quedamos contentos con los resultados, porque el equipo es muy nuevo, pero la idea es seguir trabajando fuerte para los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara en noviembre”, destaca la voleibolista.

Después de un año tan agitado, lleno de momentos que quizá Fabiola nunca pensó vivir, ella dice que se encuentra mejor que nunca, así en ocasiones tenga fuertes dolores y aunque haya perdido su cabello es consciente de que ha ganado mucho más. El 29 de octubre será su última quimioterapia y Fabiola espera que para finales de noviembre “con la ayuda de Dios” pueda tener su prótesis y volver a trabajar.

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