El presidente liberal, del cual recibe su nombre, encargó especialmente su diseño al arquitecto alemán Leopoldo Rother y veló para que su inauguración en 1938 coincidiera con tres celebraciones: los 400 años de la fundación de Bogotá, el final de su primer periodo presidencial (1934 - 1938) y la realización de los Primeros Juegos Deportivos Bolivarianos.

Como estas, son muchas las historias que encierra entre sus muros el Estadio de futbol de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. Y así queda latente en la exposición “Estadio Alfonso López Pumarejo. Edificios que cuentan historias”, que se inaugura el 5 de junio como parte del proyecto de Activación y Apropiación del Patrimonio Arquitectónico (APA), liderado por la Unidad de Medios de Comunicación (Unimedios) y la Dirección de Museos y Patrimonio Cultural (DMPC).

El valor excepcional

“El Estadio Alfonso López fue proyectado como parte de un complejo deportivo que coronaría la composición urbanística de la Ciudad Universitaria de Bogotá (CUB) hacia el lado noroccidental”, asegura Alejandro Delgado, museólogo de la DMPC.

Rother diseñó un conjunto inmerso en la CUB pero con carácter autónomo, que fluctuaba entre la tradición romana antigua y la espacialidad abierta y funcional de la nueva arquitectura.

Según Delgado, “en la obra del Estadio y el Instituto de Educación Física (actualmente Escuela de Cine y Televisión) se destaca la plasticidad y depuración de la forma como esencia de la arquitectura moderna. El Estadio, en particular, se interpreta como una nueva creación con influencia del Estadio Olímpico de Berlín construido para los Juegos de 1936”.

El Estadio tiene forma elíptica con dos entradas y una tribuna cubierta hacia el lado oriental. La entrada principal está demarcada por dos torres de gran altura que contienen los anillos olímpicos en disposición lineal y sentido vertical.

En esta obra, que se interpreta como una alianza perfecta entre lo ingenieril y lo arquitectónico, se resalta el ángulo pronunciado de la gradería para garantizar la mejor visibilidad posible a los espectadores, optimizar las condiciones acústicas del escenario y permitir el fácil ingreso y desalojo del público.

También es de destacar, según el museólogo de la DMPC, que “la resolución técnica de la grama y la pista de atletismo son tan acertadas que en la actualidad el Estadio funciona correctamente en los periodos invernales. Esa es una fortuna que se explica en el rigor constructivo que se consolidó en 1939”.

Por todas estas características excepcionales, el Gobierno Nacional declaró el Estadio Alfonso López Pumarejo como Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional en el año 1996.

Amuleto de buena suerte El Estadio ha sido un escenario privilegiado en la historia deportiva del país e incluso del continente. En el marco de esos primeros Juegos Bolivarianos, se dio el encuentro futbolístico entre Perú y Colombia, seis años después del incidente entre las dos naciones. Al respecto, Delgado señala que este partido “fue el sello simbólico de la paz binacional”.

Además, en su gramilla el fútbol se consolidó como en espectáculo de masas en Colombia. Aquí jugaron de local los equipos Santa Fe (primer campeonato de Fútbol Profesional Colombiano en 1948) y Millonarios, así como en tiempos más recientes sirvió de sede a Chicó Fútbol Club y La Equidad, rumbo a la primera división.

Y como olvidar la historia del equipo Universidad, que entre 1948 y 1952 colmó sus tribunas. “Ha sido el único equipo universitario en el Fútbol Profesional, por cuanto en el país no se ha consolidado una cultura de valoración de los deportes como parte de la educación”, concluye el museólogo.