Ángela Martínez trabaja en el Museo de la Ciencia y el Juego de la Universidad Nacional y desde hace cuatro años su hija Laura está en el Iparm; antes cuando recogía a su niña al medio día debía llevarla consigo a la oficina, lo cual no era grato para la menor, quien se aburría, ni para su madre, quien no podía concentrarse en su trabajo. Sin embargo, en el 2010 Ángela decidió inscribir a su pequeña a la jornada alterna que ofrece el Colegio.

A partir de este momento sus vidas cambiaron, como han cambiado para 91 niños y sus padres. Así lo confirma Nicolás González, estudiante de cuarto grado: “la jornada alterna me gusta mucho porque cada día nos hacen diferentes actividades, como teatro y fotografía que son mis favoritas, es muy chévere porque estamos aprendiendo algo nuevo y a la vez nos divertimos”.

A diferencia de lo que muchos pueden pensar, la jornada alterna no es una extensión de las clases de la mañana. Entre las 2:00 y las 5:00 de la tarde “los niños se alejan del ocio no productivo y en vez de estar en sus casa mirando televisión aprenden música, danzas, artes circenses, fútbol, taekwondo y ajedrez”, resalta Mauricio Ayala coordinador de la jornada.

Cada día los pequeños acceden a dos actividades de su preferencia. “En ocasiones los niños necesitan descansar, por eso tenemos la hora del sueño, con el fin de enseñarles que el cuerpo también requiere cuidados, no todo es trabajo”, afirma Lis Navarro, docente de Artes Plásticas del Iparm.

En la actualidad este espacio cuenta con 91 estudiantes de cuatro a 13 años quienes están bajo la orientación y cuidado de seis docentes que son estudiantes de la Universidad Nacional con experiencia en pedagogía. Por este servicio los padres de familia invierten semestralmente $125.000 en el caso de docentes y egresados, $105.000 para funcionarios administrativos y $96.000 para estudiantes.

Conociendo el mundo
En la jornada extracurricular los niños no solo se dedican a la lúdica y la recreación sino que también tienen un espacio para desarrollar sus tareas con la guía de los profesores, el apoyo de sus compañeros y haciendo uso de todo el material que pone a su disposición la biblioteca del Colegio. “Yo estoy feliz con la jornada, ya no tenemos que llegar a la casa y trasnochar haciendo trabajos y madrugar al día siguiente”, agradece Blanca Hidalgo, madre de un niño de segundo grado.

Junto a estas ventajas los papitos del Iparm también destacan otros logros importantes que han tenido sus hijos desde que hacen parte de este espacio: “He notado que ahora mi muchacho es más despierto, le va mejor en el colegio, y nunca quiere faltar, además es una oportunidad para que comparta más con sus compañeritos”, destaca Uldarico Acosta, funcionario de jardinería de la UN.

Según los profesores el avance de los estudiantes es notorio en muchos aspectos, sobre todo en el fortalecimiento de su personalidad. La profesora Lis cuenta con mucho entusiasmo de casos en los que los niños son muy tímidos y casi no hablan y al final del semestre cuando hacen una muestra artística resaltando su proceso en la jornada ellos mismos se apoderan del escenario con gran propiedad.

 Para los chicos este espacio también ha sido de mucho crecimiento, ya que conocen el mundo mientras se divierten. “La vez pasada fuimos a ver a las vaquitas y cómo se sacaba la leche, también nos enseñaron a hacer quesos y kumis”, expresa con alegría Hanna Caribe, recordando algunas de las salidas al campus de la UN que han hecho en este año: a la Facultad de Agronomía, el Departamento de Arquitectura y el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (Icta).

“Al principio es difícil sobre todo con los niños más pequeños, porque ellos no quieren alejarse de sus padres, pero después no quieren faltar a las actividades programadas. Nosotros ponemos todo el empeño para que ellos se sientan motivados, lo que queremos es hacer niños más felices”, agrega la profesora Navarro.

Aunque la gran mayoría de los estudiantes que asisten a la jornada extracurricular son de primaria, sexto y séptimo, los coordinadores del programa esperan para el próximo año trabajar en la búsqueda de actividades que motiven a los mayores, que se acerquen más a sus intereses, y así extender los beneficios a toda la comunidad del Iparm.