Sin importar el frio de la mañana, muy madrugadores fueron llegando uno a uno los niños de primer grado acompañados por sus papás, quienes estaban más angustiados que los pequeños por este largo viaje sin tenerse el uno al otro.

Ya en el bus fueron cogiendo camino hacia su destino y dejando atrás a los padres acongojados por la separación de sus pequeños, quienes por el contrario estaban felices y maravillados viendo el paisaje que cual camaleón pasaba del gris de la ciudad al verde del campo.

Entre sus visitas una de las que más llamó la atención de los chicos fue al museo paleontológico de Villa de Leyva. “Fue súper chévere porque allá nos mostraron un dinosaurio acuático y uno parecido al tiranosaurio rex, aprendimos mucho de estos animales”, expresa con entusiasmo Santiago Aguilar. Por su parte, María Victoria Estupiñan disfrutó mucho más de la visita al municipio de Ráquira, donde las artesanías eran protagonistas, muchas de las cuales se colaron en las mochilas de los niños que como adultos disfrutaron de una tarde de compras para sus familiares.

María Camila Trujillo grita con emotividad que todo en este viaje le gustó mucho, pero quizá lo que más le sorprendió fue ir a un mar con playa y arena donde asombrosamente el calor brillaba por su ausencia. “La arena era muy fría y el agua también, pero era muy grande y muy bonito, además pudimos dibujar lo que observamos en este lugar”, ella se refiere a Playa Blanca en la laguna de Tota.

Los estudiantes del Iparm también visitaron dos lugares emblemáticos para la historia nacional: el Pantano de Vargas y el Puente de Boyacá. “El guía nos contó que allí lucharon los españoles y el ejército colombiano hace muchos años para lograr nuestra libertad, por eso son tan importante”, explica con gran propiedad Emiliano Riós.

Pero la visita no terminó allí, los pequeños tuvieron una tarde de relajación en los termales de Paipa y se deleitaron con los manjares propios de la capital lechera de Colombia: Ubaté, en donde las verdes y extensas praderas son habitadas por cientos de vacas.

Tesoros encontrados

El objetivo principal de esta salida era acerca a los estudiantes de primero con la naturaleza, para que vieran las diferencias de la vida en la ciudad y en el campo, acercarse a los animales y las plantas. “Los niños se sorprendieron mucho al ver que la gente hablan, se visten y actúan diferente, por ejemplo muchos de ellos se asombraron al ver las calles tan limpias de Villa de Leyva y la amabilidad de la gente”, recuerda Carolina Camelo, docente de primero C.

Asimismo, se buscaba un acercamiento de los niños a sitios significativos para la historia nacional, pero quizá el logro más grande, según afirma la profesora Fanny Nava de primero B es: “Con esta experiencia aprendieron los padres a confiar y dar más libertad a sus hijos, aprendimos las maestras porque entendemos más a los niños y ellos se sintieron autónomos, asumieron responsabilidades y fortalecieron el trabajo en equipo y el compañerismo”, reflexiona con gran satisfacción la docente.

Este testimonio es confirmado por los propios pequeños, así lo afirma Gabriela Ramírez, “con este viaje aprendimos a no pelear con los compañeros, a ser solidarios, a compartir con el otro y muchas cosas más”.

Precisamente éstas actitudes las han notado los padres de familia al regreso de sus hijos, muchos de ellos se acercan a las profesores expresándoles lo bien que se portan sus hijos, quienes ahora son más abiertos, dinámicos, pero además se sienten sorprendidos por lo mucho que aprendieron. Por eso están a la espera de una nueva salida pedagógica, donde a diferencia de esta esperan no llorar con la partida de sus muchachos.


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