“El mayor valor que tenemos y lo que más destacan tanto padres como visitantes es que aquí los niños son felices”, afirma Margarita Corredor directora del Jardín Infantil UN, donde desde hace 20 años se viene trabajando un enfoque pedagógico basado en los interés de los pequeños, con el fin de que ellos mismos construyan su aprendizaje.

Mientras algunos aún conciben el pre-escolar como una etapa de simples juegos, aquí estos tienen un sentido y una intencionalidad, contribuir al desarrollo académico y personal de los menores. Cada actividad es planeada por las directoras de grupo y las docentes especializadas en fonoaudiología, terapia ocupacional, pedagogía musical y  fisioterapia, partiendo de los gustos de cada menor, a esto se le llama proyectos de aula.

“Ahora, por ejemplo, estamos trabajando el tema “Quiénes viven en el mar”, donde los niños conocen animales, plantas, sobre navegación, pesca, vemos videos, y hacemos actividades que los acerquen a este tema. Aquí cada juego tiene una finalidad.”, explica Martha Casallas, directora de párvulos B.

Este aspecto se refuerza con el amplio conocimiento que tienen las docentes de cada uno de sus estudiantes. Las profesoras tienen un cuaderno donde llevan el proceso de cada niño, esto les permite identificar sus fortalezas, debilidades, necesidades y así incentivar trabajos que fomenten el desarrollo de cada menor, de acuerdo a sus características particulares.

El seguimiento a los alumnos está relacionado con uno de los principales ejes de trabajo del Jardín: el de neuro-desarrollo, que busca identificar dificultades a tiempo para trabajarlas eficazmente con actividades orientadas por la terapeuta ocupacional y la fisioterapeuta enfocadas en la estimulación sensorial y física para manejar dispersión, orden, postura, y otros aspectos.

“Nosotros no forzamos el aprendizaje, porque no todos los niños aprenden al mismo ritmo”, señala la profesora Martha. Prueba de ello, es que en el Jardín UN no se sacan notas, sino informes de tipo cualitativo, basados en indicadores que permiten orientar los procesos de lectura, escritura, matemáticas y desarrollo motor de acuerdo a la edad del menor.

Lecto-escritura paso a paso

Dentro de la propuesta pedagógica del Jardín Infantil, junto a los proyectos de aula también se destaca el alfabetismo emergente, el cual se implementó desde 2005 como una estrategia para que los niños asimilaran más fácil los procesos de lectura y escritura.

Esta metodología consta de cuatro prácticas. La primera de ellas enfocada en el aumento de vocabulario, tiene que ver con acciones que permitan la producción y comprensión de las palabras que surgen de los temas que los proyectos de aula. Un segundo aspecto es la conciencia fonológica, relacionada con desarrollar en los niños la habilidad para reconocer los sonidos propios de cada letra, de sus uniones, las rimas, similitud entre palabras y división por sílabas.

Una tercera práctica es el conocimiento ortográfico, donde los pequeños aprenden el nombre de las letras, diferencian entre mayúsculas y minúsculas, descubren los diferentes tipos de escritura como la script y la cursiva, y en los grados superiores tienen sus inicios con los signos de puntuación.

Finalmente está la lectura compartida, una actividad que invita a que los adultos lean con los niños, y que alrededor de las lecturas se teja una conversación, con preguntas antes, durante y después para que haya un mejor entendimiento y el menor sea partícipe.

“En esta actividad nos gusta invitar a los padres para que desde la casa se fomente la lectura compartida, y así consolidar el trabajo del Jardín”, expresa la fonoaudióloga y directora del programa de lecto-escritura “Abra palabra” Miriam Mera, quien agrega que lo ideal es que los niños decidan qué quieren leer entre una serie de opciones acordes a su edad.

Es muy importante vincular a los papás. Según las docentes los padres inicialmente preguntaban por qué los niños no hacían planas ni tareas, por eso fue indispensable explicarles las características de este innovador método, además mostrarles que la experiencia de leer y escribir no debe ser traumática sino divertida.

Y la aceptación por papitos y mamitas es total, ellos no sólo destacan la calidad en infraestructura y servicio del Jardín sino en su forma de enseñar. “Mi niña es prematura y acá han fortalecido mucho su desarrollo psicomotor y afectivo, gracias a la dedicación de las profes”, destaca Tatiana Morales, estudiante de Psicología y mamá de una pequeña de nivel caminadores.

Esta percepción la confirma Carlos Riaño, profesor de la Facultad de Artes y padre de un niño de párvulos: “Mi experiencia con el Jardín ha sido muy grata, piensan en una integralidad de los niños, trabajando elementos de soporte logístico, aprendizaje, nutrición y bienestar para que los niños se diviertan pero a la vez aprendan”, enfatiza.

Pensando en el fortalecimiento del enfoque pedagógico, las directivas del Jardín consolidan alianzas con dependencias de la Universidad como museos, facultades y laboratorios, con el fin de que los niños aprovechen estos espacios y enriquezcan su aprendizaje desde lo vivencial.