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Mujeres y Fútbol

28 de octubre de 2019

Diversas disciplinas deportivas son practicadas en el mundo por hombres, mujeres y niños de acuerdo a las categorías y edades. A pesar de esto, existen algunos deportes que sin duda desde su creación, se han caracterizado por enmarcarse en un grupo genérico donde el acceso de mujeres y niñas se convierte en un reto. El fútbol es uno de ellos. Día tras día mujeres aguerridas han trabajado por cambiar esa realidad y por hacer del fútbol, un espacio deportivo de reconocimiento y valoración para el género femenino.

El Programa de egresados de la Dirección de Bienestar Universitario de la UNAL, sede Bogotá, trabaja para apoyar disciplinas deportivas, que como el fútbol sean un escenario de juego limpio y que ayuden a afianzar y mantener lazos entre los egresados y la academia.

A pesar del reconocimiento que con el tiempo las mujeres se han ganado en dicha materia, aún existen diferencias y discriminaciones en el fútbol a nivel general. Elizabeth Oviedo, contadora pública de la UNAL y especialista en Revisoría Fiscal y Auditoria Internacional de la Universidad Externado de Colombia, es jugadora de fútbol desde los seis años. Lleva 35 años practicando este deporte y alrededor de 17 años siendo árbitra. Desde hace algunos años forma parte de uno de los equipos de fútbol de egresadas de la UNAL y su experiencia le ha permitido conocer y entender el mundo del fútbol para las mujeres.

“Cuando ingresé a la UNAL corría el año de 1994 y uno de mis intereses era saber en dónde iba a jugar fútbol, dónde estaban ubicadas las canchas y cómo iba a manejar mis compromisos académicos y deportivos. Desde muy pequeña con mi hermano aprendí y practiqué este deporte y era como parte de mi vida. Cuando llegué a la UNAL empecé con el tiempo a involucrarme a las disciplinas deportivas que existían y conocí a Roberto Portela, que se convirtió en ese tiempo en asistente técnico, se hicieron convocatorias donde llegaron varias mujeres y creamos el “Torneo de la Amistad” y a la par de esto, empezamos a participar en todo tipo de torneos de fútbol y luego se nos ocurrió organizar entre nosotras mismas un cuadrangular con las Universidades de los Andes, Javeriana y Distrital. Los partidos se jugaban en el estadio Alfonso López Pumarejo y a partir de ahí, La asociación Colombiana de Universidades  ASCUN, se da cuenta que hay muchas mujeres interesadas en practicar fútbol”, expresó la jugadora y aficionada.

Para el año 2001, Elizabeth Oviedo alterna el fútbol con el arbitraje y entra a prepararse para lograr ese objetivo. Para ello, tuvo sesiones de preparación física y teórica todos los días de 7 horas, siendo así una carrera exigente que la ayudó a formarse en otro tipo de rol pero dentro de la temática de este deporte. El arbitraje entonces, se convirtió en una muestra más de constancia, disciplina y pasión perseverante.

El fútbol ha sido tradicionalmente catalogado como un escenario para hombres, dado el enfrentamiento de choque que conlleva entre los jugadores; aunque si se es objetivo, el baloncesto también lo es. “Yo pensaría que el tema radica en lo que las mujeres quieren jugar y se decidan a practicar. El Taekwondo, por ejemplo, es un deporte más masculino, pero hay mujeres que lo practican, es ahí donde se evalúa las capacidades que despierta cualquier deporte en los seres humanos”, señala Elizabeth.

Independientemente de la diversidad de oferta de las prácticas deportivas, el fútbol no es ajeno a que se presenten acciones de discriminación contra las mujeres, siendo entonces un tema que se ha venido visibilizando y donde, precisamente las mismas mujeres, han salido a ganar espacios de defensa a su favor. “Cuando yo participaba en la Liga de Cundinamarca como arbitra empecé a detectar estas conductas cuando un niño se cuestionó ¿una mujer nos va a pitar?, comentario que fue seguido también por parte de otros adultos. Adicionalmente, el jugar fútbol cambia la contextura física del cuerpo en las mujeres, engruesa las piernas, la espalda, etc., y con todo esto, la gente juzga y permite que existan comentarios como “machorras” y “marimachas”, generando violencia sicológica en las mujeres”, añadió Oviedo.

En este sentido, la discriminación también abarca el campo de las “barras bravas” y esto implica que llegar a ocupar un rol activo no es fácil para el común de las mujeres.  “Son escenarios donde a las mujeres que quieren participar activamente como por ejemplo, tocar el tambor más grande, o tener algún tipo de liderazgo, se les adjudica que lo consiguen por su lazo afectivo con los dirigentes de la barra, o algún tipo de conveniencia. Algo que en Colombia es muy marcado, pues las posiciones de poder siguen siendo conducidas en la mayoría por hombres”, agregó.

Otro ejemplo de esta discriminación se puede evidenciar al revisar que ninguna mujer ha logrado ocupar un cargo en la junta directiva de la Federación Colombiana de Fútbol, ni a las de los clubes, y cuando de alguna manera logra escalar posiciones importantes sufre algún tipo de rechazo o ataque. “En mi caso cuando llegué a ser la primera mujer que hizo parte de la Asociación de Fuerzas Arbitrales, esto me trajo algunos inconvenientes a nivel personal, se siente que lo que se dice no es importante ni apoyado por la mayoría, por el hecho de ser mujer; en cambio, cuando lo expresa un hombre, la recepción del mensaje es distinta, eso es violencia”, aclaró la deportista.

De igual modo, y de acuerdo con la mirada de esta mujer amante del fútbol, la discriminación en este deporte empieza desde edades tempranas. En Colombia, cada vez más niñas se interesan por este deporte, pero no siempre son apoyadas por sus familias. El fútbol femenino se ha visto para muchos como “la cuna del lesbianismo” y ha hecho que se convierta en la sociedad en un mundo de estereotipos inadecuados.

El fútbol femenino en la UNAL

Pese a la presión que existe en la sociedad hacia las mujeres que juegan fútbol, es evidente que este ha venido consolidándose dentro de las prácticas y gustos de esta población. En la UN las estudiantes tanto de pregrado como de posgrado, así como las egresadas, se han convertido en un referente para entender y defender el derecho a jugar este deporte, a pesar de las dificultades. Esto se evidencia también en las mismas universidades, donde por medio de sus áreas de Bienestar Universitario se apoya y pone en práctica el fútbol para mujeres. “El fútbol femenino colombiano y el de la U.N. para mí, es un semillero de talentos, donde las mujeres somos muy aguerridas y nos gusta luchar por lo que queremos. En este caso, practicar fútbol lo defendemos y lo demostramos dejando en alto el nombre de la Universidad en los diversos campeonatos. El equipo de fútbol de mujeres de la U.N., está conformado por mujeres con un enorme talento siendo modelo para muchas otras en el sector educativo y en el país”, indicó Elizabeth.

La constancia intacta por defender el gusto por una disciplina deportiva como es el fútbol, es y seguirá siendo la herramienta para crecer cada vez más como personas y como grandes deportistas. “Dejen el miedo atrás, luchen por lo que les gusta y practiquen uno de los deportes más bellos sin importar las discriminaciones. Sean orgullosas de ejercer lo que les apasiona siendo mujeres”, enfatizó la profesional.  

 

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