Entre música, pociones, movimiento y rimas, el Festival Solar y el Festival de Actividad Física y Deporte ofrecieron a la comunidad universitaria un día para respirar distinto.
El final de semestre en la UNAL Bogotá estuvo lejos de ser solo parciales y entregas. El pasado 17 julio y hasta el 21 de julio, el campus se transformó en un escenario lleno de vida, con dos eventos que convocaron a estudiantes, docentes, trabajadorxs y hasta mascotas: el Festival Solar y el Festival de Actividad Física y Deporte. Organizados por la Dirección de Bienestar Universitario, estos festivales buscaban algo más que entretenimiento: ofrecer un espacio para el cuidado, el descanso y la integración.
“Estos espacios no son solo para quienes hacen parte de los proyectos, son momentos donde se construye comunidad y se comparten conocimientos, emociones y preguntas”, contó Luisa Fernanda Hernández, coordinadora del proyecto UN PARCHE y del grupo institucional de danza urbana Molotov.
Desde la carpa de UN PARCHE, estudiantes mostraron lo trabajado en el semestre: laboratorios de creación, talleres de danza y yoga, experiencias artísticas con enfoque en la escucha, el cuerpo, el afecto y la memoria. Hubo desde performances que combinaban medicina, arte y dibujo, hasta sesiones para moverse y jugar con lo propio de ser estudiante en la Nacho.
Por su parte, Créalo propuso una carpa para explorar el bienestar a través del rap, la escritura, el cuerpo y las plantas. Las personas asistentes podían escribir “pócimas” para afrontar el cierre de semestre, improvisar rimas o moverse libremente en talleres que rompían con la rutina académica. “Créalo busca activar el campus desde el juego, el movimiento, el dibujo, la escritura, pero sobre todo desde la posibilidad de pensarnos como comunidad”, explicó Daniela Ortiz, coordinadora del proyecto. Para Lorena, estudiante de filosofía y participante de este espacio, fue “una experiencia que nos permitió olvidarnos un momento de los finales y conectarnos con formas distintas de estar en la U”.
Las muestras de los Grupos Artísticos Institucionales (GAI), como la Tuna Femenina, Música Andina y Ensamble Fusión, también fueron protagonistas en la carpa de espectáculos. “Estos espacios permiten visibilizar el trabajo artístico que hacemos desde Bienestar y ofrecen momentos de distensión frente al estrés académico”, comentó Andrés Ramos, director de los GAI, quien destacó la masiva asistencia y la mejora en las condiciones técnicas para las presentaciones. “Este año se sintió una mejor organización y mucho entusiasmo por parte del público. Fue un ambiente de fiesta y de compartir”. Para Angélica Sevillano, integrante de la Tuna:
“Estos espacios son por y para la comunidad. Nos permiten compartir lo que
hacemos durante elsemestre y acercarnos desde la música y el arte”.
Mientras tanto, en la plaza princpial, el Festival de Actividad Física celebraba los 16 años del programa Vitalízate, con una edición especialmente pensada para reencontrarnos. Según Erica Mancera jefa del área de Actividad Física y Deporte:
“Este semestre quisimos que el festival fuera un espacio de integración, que nos recordara que a través del movimiento podemos sanar, encontrarnos y transformar nuestras vidas. Queríamos que la gente se sintiera parte de algo, que tuviera redes, parches, amigos. En estos tiempos tan agresivos y hostiles, necesitamos momentos para sanar, para reírnos, para volver a jugar”
Las actividades fueron variadas: inflables, ciclo-rumba, carreras con mascotas, feria de emprendimientos de estudiantes deportistas, y muchas otras dinámicas que hicieron de la Plaza Central un lugar de juego y comunidad. La carrera con mascotas, organizada junto a la Facultad de Veterinaria, fue uno de los momentos más emotivos de la jornada.
“Ver cómo los estudiantes, profesores y administrativos volvían a jugar, a bailar, a reír sin miedo a ser juzgados, fue muy potente. Hoy más que nunca necesitamos estos espacios”, agregó la profesora Mancera.
Ambos festivales demostraron que en medio del agite académico, hay lugar para el bienestar, el goce y el cuidado colectivo. Y que cuando la universidad se piensa como una comunidad viva, el campus se llena de colores —literalmente.
“Muchos estudiantes nos dijeron que querían más festivales en el año. Haremos lo posible, porque sabemos que estos espacios hacen la diferencia”, concluyó la profesora Mancera.
Los festivales, más allá del entretenimiento, respondieron a una intención clara: crear espacios donde se reconozcan otras formas de habitar la universidad, donde el cuidado, la alegría y la expresión también sean parte del currículo oculto del campus.