Utilice mensajes concretos y sencillos con los niños: Los adultos muchas veces no tienen en cuenta que los pequeños piensan de un modo más concreto y menos abstracto. Por esto, el adulto debe marcar los objetivos de una manera clara. Utilice con los niños un lenguaje que ellos puedan entender. Evite decir: “pórtase bien” mejor dígale “No tire la comida al suelo”, es más concreto y facilita la comunicación.

Asegúrese que el niño escucha y entiende lo que se le está comunicando: Tenga en cuenta que mirar a los ojos al niño cuando se le habla es fundamental para asegurarse que comprendió lo que se le está comunicando. De esta manera, se evita repetir mensajes y prevenir frustraciones en el futuro.

3. Sea amable y correcto al hablar: Recuerde que un niño copia todo lo que ve y escucha. Es decir usted es su ejemplo. Utilice palabras amables que los haga sentir bien y les enseñe. Use expresiones como “por favor”, “gracias”, entre otras.

 Comuníquele al niño las consecuencias de sus actos: Explíquele al pequeño el por qué de las situaciones para que comprenda de manera tranquila y lógica lo que sucede y que no piense que las decisiones de los adultos son arbitrarias; de esta manera, podrá comprender lo bueno y lo malo de su conducta.

Gratifique al niño cuando se porta bien: Es importante estimular cuando el niño hizo algo bien, por esto el adulto debe ofrecerle gratificaciones, felicitaciones y gestos de cariño evitando darle siempre regalos materiales, pues resaltar lo bueno que hizo será de mayor aprendizaje que un obsequio.

Escuche con atención: Es fundamental que los adultos escuchen a los niños y les presten toda la atención con respecto a sus ideas, descubrimientos e historias, ya que esto les ayuda a conocerse a sí mismos. Evite que un niño se dé cuenta que usted finge escucharlo, esto puede generarle decepción.

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