(Bienestar Sede Bogotá, febrero 24).  “Es muy interesante conocer estas alternativas, de acceder al voluntariado pero desde diferentes enfoques”, dijo Alejandra Rojas, estudiante de Geografía quien hizo un juicioso recorrido por los siete stands, en donde lo ambiental, cultural, religioso, pedagógico y social es una oportunidad para ayudar al otro.

Es el caso de la Corporación Observatorio para la Paz, un proyecto que surge en 1991 buscando la transformación social del país desde la propuesta pedagógica de la no violencia. Durante casi doce años la institución ha trabajado con cerca de 25 mil personas en 22 municipios de Colombia y bajo la metodología de la “pacicultura” han logrado reducir los índices de violencia intrafamiliar en poblaciones de Boyacá y el Cauca.

Durante la Feria participaron desde organizaciones aún muy jóvenes en su conformación y otras con gran tradición en el tema del voluntariado. Es el caso del Servicio Jesuita de Refugiados (SJR) que surge a nivel mundial en 1981 y llega a Colombia en 1995 para acompañar en el proceso de empoderamiento a poblaciones desplazadas por la violencia.

Para dicho fin, la organización requiere “profesionales de diferentes áreas que estén dispuestos a trabajar en comunidad, manejar recursos, emprender proyectos y formarse en derechos humanos, política, actualidad y herramientas psicoactivas”, señaló Miguel Alba, coordinador del SJR.

Junto a esta experimentada organización también hubo espacio para iniciativas más recientes que lograron gran acogida entre los asistentes: “Llamó mucho mi atención la red Ubuntu porque entre sus diferentes enfoques está el voluntariado ecológico partiendo de la importancia que tienen los seres de la naturaleza para el desarrollo del universo”, afirmó la fisioterapeuta y posible voluntaria Catalina Tovar.

Como Catalina otros jóvenes mostraron su interés en ser parte de alguna de estas enriquecedoras experiencias. Por ejemplo, para las siete instituciones es importante que “el aspirante a voluntario sea profesional de cualquier área o esté ad portas de terminar su carrera, que realicen una capacitación previa antes de ir a terreno y tener disposición de 6 meses a un año para hacer el voluntariado”, explicó Estefanía Vélez, representante de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz que centra su trabajo con las poblaciones del Bajo Atrato choacoano.

Otra propuesta de desarrollo humano es el Voluntariado Lasallista que desarrolla sus escuelas de perdón, reconciliación, orientación sexual y afectiva en el municipio de Magangué en Bolívar,  con poblaciones tan diversas como estudiantes y presidiarios.

Al final de la jornada el padre Manuel Jiménez de la Universidad Nacional y organizador de la Feria resaltó el éxito del evento que surgió como “un aporte de la Universidad Nacional acorde con la responsabilidad social que tiene la institución frente a la construcción de país”. No obstante, queda mucho camino por recorrer en el tema de voluntariado, Mauricio Tellez docente de la Esap y visitante del evento mostró su satisfacción con la actividad pero recomendó en próximas ediciones dar espacio a las organizaciones de voluntariado que profundizan en el movimiento estudiantil colombiano.

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