Capilla Cristo Maestro, Abril 09 de 2012.
Duelo: Cuando la procesión debe ir afuera
Enfrentarse a diferentes pérdidas a lo largo de la vida puede resultar
muy difícil, más aún en una sociedad que reprime la expresión de las
emociones. Bajo esta premisa, la psicóloga de la Universidad del Valle y
especialista en acompañamiento de procesos de duelo, Claudia Jimena
Cardona, compartió con En plural sus reflexiones frente al necesario
paso de trascender el duelo.
¿Qué es el duelo?
Es la reacción de negación y aceptación que vive el ser humano cuando se enfrenta a una pérdida. Cuando perdemos un ideal lo primero que se hace es negarla pero luego aceptar que pueden llegar otras cosas después.
¿Por qué el duelo sólo se relaciona con la muerte?
Porque así nos lo han enseñado. Obviamente la muerte de un ser querido puede desestabilizar de manera profunda, pero es necesario romper con ese estereotipo para facilitar la elaboración de los duelos, y lo digo en plural porque ni son pocos a lo largo de la vida ni todas las veces se sanan de forma adecuada.
¿Se podría decir entonces que el ser humano vive distintos tipos de muertes?
Morir no tiene que ver únicamente con la terminación de la vida. En el enfoque psicoanalítico, el ser humano por más vivo que esté permanentemente se enfrenta a muertes, a pérdidas, también en el sentido de la terminación de un ideal o de una situación que se consideraba perfecta, un trabajo, la pareja, por ejemplo.
¿Cómo se realiza un proceso efectivo de duelo?
Hay unos mecanismos de defensa para enfrentar el duelo y son la negación, represión, ira y aceptación. La negación tiene que ver con esa dificultad durante el momento inicial para aceptar la pérdida, se cae en el estado de no querer hablar, y abstraerse del mundo externo. La represión es una reacción por excelencia pues se guarda todo lo que pasa emocionalmente y se va acumulando. En la ira se culpa a la otra persona por irse o por morirse como reacción a la sensación profunda de abandono y porque no permitió que ese ideal de amor se realizara. Al final la aceptación es comprender la pérdida y asumirla, se desplaza la emoción a una nueva oportunidad laboral, pareja o experiencia.
¿Por qué es necesario elaborar el proceso de duelo?
Porque al no aceptar la pérdida se puede volver el duelo algo patológico y desarrollar trastornos depresivos de pánico o ansiedad que requieren manejo farmacológico.
¿Cómo identificar que una persona está en duelo?
Por las emociones que expresa: aislamiento, depresión, pérdida de interés por el mundo. Esto se llama estado melancólico que es señal inequívoca de que necesita elaborar un proceso de duelo.
¿Cómo hacer para superarlo?
Viviéndolo y siendo consciente de que se necesita pasar por ello para continuar afrontando la vida. No hay un tiempo prudencial, cada caso requiere el suyo. Tampoco es algo que se supere en una semana, si una persona dice haber superado su duelo en tan poco tiempo es bastante sospechoso.
¿Cree que nuestra cultura dificulta la elaboración de los duelos?
En muchos casos sí porque no se les permite a las personas exteriorizar sus emociones. Culturalmente se considera como show llorar o expresar de manera profusa una tristeza o el dolor intenso de un quebranto. Las creencias religiosas y el entorno influyen para que la persona reprima sus verdaderos sentimientos. Al final, el cuerpo termina “traduciendo” ese dolor en enfermedad.
¿Cómo acompañar a una persona en duelo?
Es bueno que sienta acompañamiento, no necesariamente un psicólogo, sino de un familiar cercano o amigo, aunque respetando los espacios de la persona, sin atosigarla. Es bueno hacerle ver que debe elaborar el duelo, pero siempre mantener la distancia, creando un equilibrio.
¿Cómo se comporta alguien que no ha elaborado un duelo?
Generalmente le cuesta trabajo relacionarse, se torna es agresivo, rencoroso, prevenido, se convierte en objeto de sus propios dolores. La aceptación y manifestación de los dolores emocionales es el mejor antídoto para seguir adelante. Todos deberíamos ser formados para un constante juego de “pérdidas” y “ganancias”. Esa es la vida y del aprendizaje de ese juego depende nuestro modo de relacionarnos.
¿Qué pasa con los jóvenes, parece que tienden a la frustración fácil?
Los jóvenes reprimen las emociones, se les ha enseñado a refrenarlas canalizando su dolor con otras formas: sus amigos, el consumo. De ahí surgen las culturas urbanas y la afiliación extrema a creencias, sin embargo cuando vas a fondo en sus historias personales, con frecuencia te tropiezas con duelos no resueltos que tratan de desplazar hacia otras formas, externas, evasivas.
¿Qué les causa tanta pena?
Dado que la composición de la familia ha cambiado, la falta de la mamá o del papá, o de ambos, repercute en la formación emocional, o que los niños están siendo educados por la abuelita o la niñera termina siendo el televisor, o que entornos muy machistas inducen al niño a no llorar “porque usted es un varón”, los jóvenes crecen con vacíos emocionales y por ende sienten que no hay nada por lo que valga la pena vivir.
Y se reemplaza el duelo de estar solos
A menudo lo suplen con alcohol, fiestas, vida promiscua y desenfrenada para poder llenar esos vacíos emocionales. Ahí es cuando se les dice a los padres que no se preocupen tanto por llevarles cosas materiales sino que atiendan las preocupaciones de sus jóvenes, de lo que les duele, de su entorno cotidiano.
¿Existe duelo en un niño?
Los niños están en el plano de lo imaginario, tienen consciencia de la ausencia pero no de la pérdida. Es necesario hablarles con claridad frente a la muerte, explicándoles que es un suceso natural, o frente a cualquier otro duelo. Entre mejor los entrenemos en ello, podrán “defenderse” mejor en el futuro.
¿Cómo se sabe que una persona ha superado un duelo?
Porque después de un tiempo prudencial, la persona aunque no haya olvidado desplaza esa energía de tristeza hacia cosas nuevas: un trabajo, un viaje, una mascota, otra pareja, más tiempo a su vida social o profesional. La persona no se ve enferma, ni melancólica, por el contrario habla de la pérdida como algo normal que se aceptó y superó.
El duelo se supera siendo consciente de que se necesita pasar por ello para continuar afrontando la vida.
Morir no tiene que ver únicamente con la terminación de la vida sino también en el sentido de la terminación de un ideal o de una situación que se consideraba perfecta