, Junio 19 de 2013.
Suicidio: fenómeno en ascenso
Socialmente el suicidio es considerado como un suceso indeseable del que pocos quieren hablar pero al que las cifras muestran como el efecto de una amenaza latente en la sociedad: el quebranto de la salud mental y emocional. Ximena Rangel, psiquiatra del Área de Salud con formación en Terapia Comunitaria Sistémica en el Instituto Interfaci de Brasil, dialoga con En Plural sobre el tema.
E .P.: Cuando una persona amenaza con suicidarse se tiende a creer que lo hace para manipular. ¿Cómo romper este paradigma y lograr que se preste atención sobre esa señal de alarma?
X.R.: En estas situaciones es preferible obrar por exceso y no por defecto. Es mucho más útil darle un abordaje y atención a todos los casos en que se pueda evidenciar ese riesgo. En algunos casos las personas realizan un primer intento y no se consuma el suicidio, pero es muy posible que en una ocasión posterior sí lo logren. La sola manifestación de querer hacerlo es un alerta. Cuando una persona manifiesta la idea de quitarse la vida, está pidiendo ayuda. Hay que escuchar ese grito de auxilio y buscar una alternativa de solución. Quizá para eso es necesario hablar del tema y que la población en general tenga un conocimiento más amplio del fenómeno y sepa cómo abordar este tipo de situaciones. Es un asunto de educación y pensar sobre el tema.
E.P.: ¿Cuáles son los factores de riesgo asociados con la conducta suicida?
X.R.: En cuanto al género se destaca que los hombres cometen más actos suicidas. Por otro lado haber tenido intentos suicidas previos. Tener una enfermedad mental o una situación de estrés aguda que amenace el bienestar emocional.
E.P.: ¿Qué situaciones pueden ser precipitantes de la conducta suicida?
X.R.: Los precipitantes son el empujón final. Los principales y que se ven con frecuencia son el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas que inciden en la toma de la decisión. Por otro lado está la ansiedad, que puede ser el resultado de muchas cosas como la ruptura de una relación afectiva, perder el empleo y tener dificultades económicas o familiares.
E.P.: ¿En términos de señales cómo detectar a una persona en riesgo?
X.R.: En la mayoría de casos básicamente tiene que ver con el cambio en la forma de ser. Una persona que antes socializaba y ya no lo hace, o todo el tiempo está hablando sobre sus problemas con actitud pesimista y que no logra vislumbrar alternativas frente a las problemáticas que está viviendo. Algunos expresan abiertamente no querer seguir viviendo. Otras manifestaciones son los problemas en el sueño y el apetito, reflejan afecciones de salud y se ven físicamente agotados. Hay que estar alerta ante estas señales aunque no siempre se relacionan con intentos suicidas.
E .P.: Según la OMS el rango de edad con mayor índice de suicidio se encontraba en los 60 años. Sin embargo se está viendo que la población entre 17 y 24 años también presenta alto riesgo. ¿Qué es lo que está pasando con los jóvenes para que en el inicio de su vida quieran acabar con ella?
X.R.: Es una mezcla de muchas cosas, probablemente el aumento de las exigencias en lo académico, los estándares de belleza o las dificultades en la familia. Tal vez porque esta última ya no es el espacio que antes había para abordar las preocupaciones. Vemos que el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas está empezando en edades muy tempranas. Todos esos factores van actuando como un potenciador de las crisis emocionales y las depresiones e infortunadamente en algunas ocasiones desencadena en ese final trágico.
E.P.: ¿La soledad influye?
X.R.: Es posible. Definitivamente el percibir el apoyo de alguien resulta una protección frente al suicidio. En muchas ocasiones los jóvenes se sienten solos o no encuentran un espacio para expresar sus preocupaciones y problemas. No hay redes de apoyo y se ha perdido la preocupación por el otro, hay mucho individualismo y eso evidentemente hace difícil que se detecten las señales a tiempo y que la persona perciba el apoyo de sus redes cercanas.
E.P.: ¿La sociedad está preparada para afrontar el suicidio?
X.R.: El suicidio es un tabú y evidentemente no está totalmente preparada pero tiene el deber de hacerlo. Hay algunos programas que han puesto el tema en la agenda. Sin embargo es un proceso inconcluso, tiene muchas cosas que mejorar. Hay bastante por hacer. En la Universidad Nacional hay una preocupación por atender a los jóvenes que se encuentran en el perfil de riesgo, hay avances desde el Ministerio de Protección Social, pero hace falta concretar más cosas. Es un tema difícil de abordar en todas las esferas, no obstante es necesario hacerlo para que la sociedad conozca más y sepa como detectar señales. Existe el imaginario que el suicidio es una responsabilidad del área de la salud mental pero las respuestas tienen que venir de varios sectores, incluyendo el sector educativo y el empresarial.
E.P.: ¿Hace falta más promoción y prevención en el tema de salud mental?
X.R.: La mayoría de las intervenciones están dirigidas a la atención de las enfermedades, y se debe a que los factores de la salud mental no son tan visibles y la gente los normaliza. En cuanto a este factor se tiende a pensar que es algo que está bajo el dominio propio y que cada uno puede resolver sus conflictos emocionales. No se está viendo como un problema y para algunos no es una prioridad.
E.P.: ¿Cómo abordar a una persona con intenciones de suicidarse?
X.R.: En primer lugar demostrarle el interés y la actitud de comprensión ante su sufrimiento o la preocupación que tiene, escucharlo y guiarlo a buscar ayuda con el médico en la eps, con psicología, con trabajo social o con la Dirección de Bienestar Universitario. Una persona que manifiesta desazón o inconformidad ante la vida siempre va a necesitar ayuda.
E.P.: ¿El deterioro en la salud mental ha tendido a incrementarse?
X.R.: Ahora se diagnostica más. Con el aumento en el consumo de sustancias psicoactivas se ha exacerbado. Lo que pasa es que antes la salud mental se relacionaba con “locura” ahora se está hablando más de enfermedades como la ansiedad y la depresión.